miércoles, 28 de octubre de 2015

Es la vida.

Hoy decidí abrir esa herida que no está sana. Lo reconozco. Aún está ahí. La he escondido, la he tratado de curar, pero qué va, hay cosas que sanan sólo cuando dejas de intentarlo.

Al ver esos momentos congelados, entiendo que, las cosas malas pasan porque la vida siempre traerá un poco de tristeza. No es un castigo, no es karma, es la vida. La vida intenta hacerte fuerte a través de algunas lágrimas. El autor del dolor tampoco es malo, es otro, vive y concibe las acciones desde un plano que dista mucho de nuestro pensamiento.

El 27 de octubre de 2014, algo raro ocurrió cuando caminaba. Algo raro y bello. Eso, que fue fugaz, relativizó el tiempo y la importancia. Hoy, un año después, algo me queda claro, nada es antes o después del tiempo exacto. Lo que pasa en nuestra vida, tiene su razón de ser. No estamos en un supermercado a la misma hora que otras personas por casualidad. Debías estar ahí, tus pies, tenían que entrar allí.

Gracias vida, tus lecciones a veces tardan en comprenderse. Sigo caminando, sigo entrando en donde debo entrar, sin saberlo. Gracias a ti. Tenías que llegar para entender algo tan simple como que, podía sonreír otra vez, y claro, podía llorar otra vez.

28 oct/15.


lunes, 20 de abril de 2015

Extraviada.



Que no sé cuándo perdí el propósito de mi caminar. Que me perdí en el sendero, y la luz se vuelve tenue. Que se me olvida quién soy. Que la brújula está rota y no hay mapa claro para esta aventura.

Días grises se han vuelto un poco más comunes en esta última época de vida. Como si estuviese incompleta, como si la felicidad se desvaneciera. ¿En qué lado se escondió?


lunes, 9 de febrero de 2015

Cuando entender no es más importante que dejar ser.



Rara vez te he escrito una carta en este lugar. Uno se ahoga con las palabras que no dice. Es difícil entender tus planes, tus perfectos planes. Debes saber que sigo al pie del cañón contigo, por ti, por lo que me has demostrado toda la vida. Me pregunto cuántas lágrimas faltan, pero me reconforta saber que me tienes preparadas mil sonrisas más, mil carcajadas.

De a poco me respondes, suave, como el niño enamorado que envía cartas de amor. Esos papelitos van llegando de a poco a mis oídos, a mi corazón.

Me haces creer que todo va a estar bien. Son aquellos momentos que me hacen vivir, y si tú me faltaras moriría yo aquí. No entender acontecimientos, porque a veces, hay explicaciones que demoran un poco más, un momento más, una felicidad más.

Dejo ser lo que tienes dispuesto para mí. Me sostienes, y eso es lo único importante. 

Gracias.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Seres momentáneos de llanto.


Hoy, justo hoy que el cielo despejado formaba con sus nubes blancas un montón de filosofía espacial, y que el olor de un recuerdo me llevó a voltear y darme cuenta que lo enterrado se queda ahí; justo hoy entendí que somos seres momentáneos de llanto.

"Lo que alguna vez te hizo llorar, ya pasará", canta Adrian Berra en una de sus majestuosas obras musicales. Y cuánta razón tiene. 

¿Quién determina la duración de un momento? ¿Por qué el afán de quedarnos en la melancolía? Un momento para el desesperado puede ser 1 segundo, para el soñador 1 año, y para el ingenuo toda una vida. Las lágrimas son un lapso de tiempo que se congelan en una nostalgia que ahoga, pero son sólo eso: "un lapso de tiempo" y de ahí debemos salir.

Florece dentro de cada uno, el sentimiento característico de un ser de llanto momentáneo. Lo que nos purifica, lo que nos limpia y permite que traspasemos la dimensión de lo material, es solo un escalón para transformarnos desde adentro y continuar en el viaje que se nos ha designado.

Caminando, ahí bajo ese azul eterno y reconfortante, pude ver lo frágiles y fuertes que somos, pude comprender que después de tu medida de tiempo, puedes volver a sentir que ni los segundos, minutos y horas llorados fueron en vano, sino más bien, fueron la raíz que te sostuvieron cuando todo se había derrumbado. 


5 de diciembre de 2014.




jueves, 13 de marzo de 2014

La calma vuelve.

Las tormentas, cuando llegan, causan una agonía que creemos inacabable. De repente, el sol que alumbraba las miradas, se ocultó y en su lugar, lo gris adornó los ropajes, las sonrisas...los pocos pasos.

Uno, en su terquedad y melancolía; dispone todo a su alrededor para que la tristeza no se desprenda de la carne que la aclama; como si el masoquismo fuese un apego ilógico, un deporte irracional. Las madrugadas, largas madrugadas; las únicas compañeras del desvelo, que sigiloso se escabulle en la mente y entorpece la resignación.

Una tormenta, no se mide por la magnitud con la que devasta un pueblo o aún peor, un alma. La tormenta, en realidad, es aniquiladora cuando el cuerpo que embiste no está preparado para sufrir la magnitud de perder la esperanza a la que tanto se aferraba.

Pero, después que las lágrimas se secan como hojas al iniciar otoño; renace nuestro ser y embellecemos desde adentro; cual primavera que surge y llena de color todo a su paso. 

La calma vuelve, la calma ha estado. Nunca se va de nuestro inconsciente, el anhelo de tiempos mejores. Sanar-se. Curar-se. Vivir-se. Al fin y al cabo, la calma sólo se siente, cuando la tormenta nos ha transformado.  

13/03/2014
Juliana Forero M.

lunes, 12 de noviembre de 2012

A ti

Dicen que lo que no te enseña y de lo que no se aprende, no llena. Tú me has enseñado lo que en ningún libro encontraré.

La luna fue testigo desde el primer momento de lo que sería caminar al lado, de la mano, juntos. Y  déjame decirte: ¡qué buena ruta ha sido esto! No es quererte por quererte; es sentir el complemento de mi alma y palpar la complicidad de nuestras miradas.

Hoy quiero regalarte las letras que inspiran este pedazo de mundo emocional. La voz dulce y melodiosa de la persona anhelada es quizás inigualable; pero las palabras escritas con la pizca exacta de amor, pueden retumbar en la memoria por siempre.

Es sorpresa abrir los ojos y revisar el diario de los sueños para entender que estás en él, como beso que sujeta fuerte los labios. A ti te expreso con mis manos, mis gestos, mi mente, mis pies y mi corazón que este cuento en vez de dormirme me ha despertado a un mundo de vida, de realidad, de colores y luces. 

Los cimientos que seguirán construyendo nuestro andar, saldrán de nuestras manos, de nuestro deseo, de nuestra ilusión. 

domingo, 15 de julio de 2012

En medio de la vida.

"Ponte en mis zapatos" repetimos varias veces a quienes nos critican sin razón, ni fundamento. Pero ¿qué es en realidad ponerse en los zapatos del otro?, simple, es dejar de usar un poco la lógica y mirar con los ojos del alma. 

La vida pasea entre nosotros, como un viento fugaz, como un deportista que quiere llegar al final de la meta. Nadie quiere que ese viento llegue a su fin, pero todos sabemos que en algún momento pasará. Siempre nos están repitiendo que debemos saber de dónde venimos y hacia donde vamos, pero nadie se fija en preguntarse "dónde estamos". 

Si me preguntan, diría que estoy parada en medio de la vida. Es necesario saber donde se está, para poder decidir hacia donde dirigirnos. El "de dónde venimos" quizás forjó el presente que respiramos, pero no puede influir en el futuro que beberemos. 

Intentemos de vez en cuando usar el bastón que sostiene la vida del otro, antes de señalar los pies que lo trajeron hasta aquí. Si no enseñamos o aprendemos algo, así sea mínimo, todos los días; entonces habremos perdido 24 horas valiosas de nuestro existir.

No dejemos que nadie calle nuestro pensamiento, pero aprendamos a silenciar nuestro impulso cuando nos controle el veneno. Soltemos y agarremos fuerte el pasar y el venir, pero sobre todo, seamos motivo de felicidad para al menos una persona en este gran globo terráqueo.

Julio 2012. 
Juliana Forero M.